Cuantos cansancios
de blancas fatigas
desvelaron noches
trasnocharon días
y fueron tus manos
remedio y comida !
Cuanto llanto antiguo
te surcó la cara
mi vieja querida...
Estás en las cosas
de todos los días,
en las oraciones,
en la leche tibia,
en el mate dulce,
en la ropa limpia.
Yo quise escribirte
después que te fuiste,
yo quise escribirte
pero no podía...
Deambula tu sombra
mi casa vacía?
O son los recuerdos
que te sienten viva?
Como una paloma
que cayera herida
te tuve en mis brazos
bella y abatida.
Mi llanto no estuvo
ese mediodía,
por eso es que ahora
lloro todavía
2 comentarios:
Querida Gilda, cuánto me alegro que hayas publicado una nuva entrada. Tu poesía tiene una hondura que logra calar en regiones profundas de las emociones. Este hermoso poema que he releído varias veces, la primera con dolor y tristeza, y las siguientes con nostalgia y esa mezcla de sentimientos que devienen de la ausencia, del amor aún presente de la madre hacia la hija y de la hija en su memoria. Los seres que amamos, no se nos van, sólo se nos mudan de la presencia a ese lugar perenne, que niega el olvido, que es gritón, vocifernante de los días señalados, de los mil detalles como tú magistralmente señalas en tu versos. Me llegó muy adentro el poema en italiano que le hiciste a tu hermano; este transmite tanto y tan hondamente que te felicito y me felicito por poder enlazar con tu blog.
Un gran abrazo, amiga.
MUY SENTIDO SU ESCRITO. UN GUSTO VISITAR SU ESPACIO.
UN ABRAZO
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